Esta semana que termina nos ha deparado el show mediático orquestado por el señor Evo Morales, autotitulado primer presidente indígena de su país (creo recordar que hubo uno anterior a él, también de origen indígena), junto con sus amigos. Nadie habla de su declaración irresponsable en Moscú, diciendo que estaba dispuesto a llevarse con él al señor Snowden, detonante de la situación posterior, y todos centran la atención en el rechazo, por cuatro países europeos, al aterrizaje en sus territorios para reabastecerse de combustible del avión del presidente cocalero (el Pachamama One), convirtiéndolo por arte de magia en una agresión a todos los indígenas y a todos los latinoamericanos, cumpliendo instrucciones del gobierno de los Estados Unidos.
Tanto en nuestra historia como en nuestra ficción abundan personajes folclóricos, desde Duvalier y Trujillo en la primera, hasta Pito Pérez y Aureliano Buendía en la segunda, sin ir demasiado hacia atrás. Parece que la saga continúa. Después de la Pachamama y de tratar de imponer al desarrollo el atraso indígena, de su declaración homofóbica de que la carne de pollo tiene genes que producen el homosexualismo, de querer introducir la hoja de coca en sustitución del chiclet, de su reclamo de parte del territorio de Chile y este teatro bufo de ahora, ¿cuál será el próximo desplante genial del presidente plurinacional? Esperemos confiados, pues no tardará mucho tiempo. De todas formas, debemos agradecerle el introducir algunas notas de humor en la política de nuestra región. ¡Al menos nos hace reír!
Lo que resulta incomprensible es que gobiernos e instituciones les dediquen tiempo y recursos a estos sainetes politiqueros y de falso nacionalismo, cuando existen tantos problemas serios por resolver.