Con algunas de las grandes personalidades históricas me ha sucedido algo muy preocupante: mientras más las conozco menos me impresionan.
- Al profundizar en sus vidas y en sus actos, he descubierto grandezas y bajezas casi a partes iguales, según sus intereses en cada momento.
- Presentados desde la escuela como seres extraordinarios, especiales, ungidos por el destino para grandes proezas en diferentes campos, aprendimos a considerarlos inalcanzables para el ciudadano común.
- Tal vez por esto se alejaron tanto y se convirtieron en extraños dioses del Olimpo, materia prima para libros, pinturas, esculturas, música, películas, etcéteraa lo largo del tiempo.
- Aunque no es saludable buscarle las manchas al sol, entiendo que además de prestar atención a su luz, también es bueno no olvidarse de ellas. Así, al menos, no los veremos tan diferentes de nosotros, seremos más justos en nuestras valoraciones y, tal vez, nos sean más útiles en nuestros día a día.
Querido Fernando,
Personalmente no me gustan nada las personas capaces de sentir una admiración excesiva por otras. Tienen tendencia de mostrar también el desprecio en exceso. Y esto último es una forma de soberbia imperdonable. Quien desprecia se imagina moralmente superior.
Nadie se merece toda nuestra admiración, del mismo modo que nadie se merece todo nuestro desprecio.
A mi tampoco me impresionan los heroes