l. En mis años escolares se estudiaba una asignatura que se denominaba Moral y Cívica. En ella, paso a paso, se nos inculcaban principios para conducirnos en la vida como ciudadanos. Normas éticas, morales y cívicas que, sin darnos cuenta, complementaban y profundizaban las enseñanzas de nuestros padres en el seno de la familia.
2. Así aprendimos a amar a nuestro país, a respetar la bandera y el escudo y a entonar, emocionados, el himno nacional. También a sentirnos orgullosos de nuestra historia. Aprendimos, además, a respetar, a estudiar y trabajar, a tratar con nuestros semejantes, a ser solidarios y educados, a cumplir con la palabra empeñada, a ser leales a la amistad y a vivir en sociedad.
3. Así se formó y desarrolló nuestra nación, llegando a estar, en diferentes esferas, a la cabeza de muchos países en la primera mitad del Siglo XX.
4. Después de un clímax patriótico en los primeros años de la década del sesenta, tal vez compulsados por la rapidez de los acontecimientos que se sucedían, olvidamos, ante todo, la responsabilidad primera de educar a nuestros hijos, y estos olvidos de entonces, hoy los estamos pagando con creces.
5. Se habla demasiado de recuperar, pero las generaciones perdidas son tan irrecuperables como el tiempo. Constituyen nuestro crac moral y cívico.
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